La movilización se da en un clima de alta tensión política y social. Tras los acontecimientos del miércoles pasado, existe preocupación por posibles hechos de violencia, aunque desde el gobierno han pedido que la manifestación sea pacífica. Sin embargo, por la cantidad de personas que se espera que participen y las recomendaciones que se han emitido, hay dudas sobre si se desarrollará sin incidentes.

La sociedad estará atenta al comportamiento de la clase política. La última marcha dejó en evidencia la desconexión de muchos dirigentes con la ciudadanía, reafirmando la percepción de que la política sigue jugando en una sintonía distinta a las demandas de la gente. Además, los episodios recientes en el Congreso reforzaron la idea de que el foco está puesto en desgastar al adversario en lugar de resolver los problemas estructurales del país. Se sigue apostando a una lógica en la que perjudicar al gobierno de turno es visto como una estrategia electoral efectiva, sin considerar que esa ecuación ya no funciona como antes.

"Uno de los temas que más molestan a la ciudadanía es la insistencia de algunos sectores en hablar del pasado en lugar de ofrecer soluciones para el presente y el futuro. Un ejemplo claro es el problema del sistema jubilatorio, que no es exclusivo de este gobierno, sino una crisis acumulada durante décadas", manifestó Urios.

 En lugar de trabajar en una solución de fondo, se insiste en medidas paliativas, como la ampliación de la moratoria, sin un respaldo financiero sostenible. La crisis del sistema previsional se agrava por la alta informalidad laboral y la falta de aportes genuinos, lo que genera un esquema insostenible.

A esto se suman otros problemas estructurales como la inseguridad y la educación, que han sido determinantes en el ascenso de Javier Milei a la presidencia. La sociedad optó por un outsider que prometió soluciones concretas, y la dirigencia tradicional sigue sin ofrecer respuestas efectivas. Si estos problemas persisten, es probable que la tendencia de buscar figuras ajenas a la política tradicional se mantenga.

Además, algunos sectores advierten que existe la intención de generar un clima de caos similar al que llevó a la crisis del 2001, con el objetivo de debilitar al gobierno. Esto se evidenció en la última marcha, donde la reacción de la sociedad fue más de rechazo hacia quienes promovieron los disturbios que contra el propio presidente.

En cuanto al panorama electoral, la imagen del presidente sigue siendo un tema de debate. Mientras algunas consultoras miden su popularidad en función de eventos diarios, otros analistas consideran que lo importante es evaluar el rumbo general de su gestión. Existen demandas claras, como la mejora de los salarios y el combate a la inseguridad, que serán claves en la evaluación del gobierno.

En cuanto al acuerdo con el FMI, se espera que su aprobación le brinde al gobierno un margen de estabilidad para enfocarse en otras prioridades. Este año será clave para Milei, ya que necesita mostrar resultados concretos que le permitan sostener la confianza de la sociedad.

El panorama político sigue siendo incierto y la dirigencia enfrenta el desafío de responder a una ciudadanía cada vez más exigente y desencantada con las viejas prácticas del poder.